
El nombre de Mark Paston ya ha quedado grabado en los anales del fútbol de su país. Pero el mes que viene, el arquero de Nueva Zelanda tendrá la oportunidad de convertir su historia en leyenda con motivo de la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010. Los 28 años que han tenido que esperar los All Whites para regresar a la cita mundial concluyeron con una victoria por la mínima en la repesca contra Bahréin, en la que Paston fue el héroe tras detener un penal en la segunda mitad; una intervención que marcó la delgada línea entre el éxito y el fracaso.
Dado que su rival de hace tiempo en el puesto, Glen Moss, cumplirá sanción en los dos primeros encuentros de la fase de grupos en Sudáfrica, Paston se colocará con toda seguridad entre los palos cuando los kiwis inicien su andadura contra Eslovaquia, para luego medirse a la campeona mundial, Italia, y Paraguay. Ambos llevan rivalizando por la camiseta número 1 durante los cinco últimos años y, aunque Moss fuese el titular en la Copa FIFA Confederaciones del pasado año, el buen momento que ha exhibido Paston en las competiciones nacionales le confieren muchas posibilidades de recuperar el puesto.
Sin embargo, como todo deportista sabe, en el fútbol se puede pasar de la cara a la cruz con gran facilidad, y tal vez Paston lo sepa mejor que nadie. Sólo un mes después de su épica actuación contra Bahréin, el portero del Wellington Phoenix se rompió una pierna, y, aunque ya ha vuelto a estar físicamente al cien por cien, la escasez de partidos no deja de ser preocupante. No en vano, el próximo gran derbi regional contra Australia será su primer encuentro oficial en seis meses.
Aumento de la confianza
Muchos pronostican que el portero de Nueva Zelanda será uno de los que más trabajo tengan en Sudáfrica 2010, pero no es algo que le quite el sueño a Paston. “Obviamente, creo que somos el equipo más débil del grupo. Pienso que la mayoría de la gente estará de acuerdo”, afirmó. “Por tanto, cualquier buen resultado que consigamos será una sorpresa. Pero también pienso: ‘¿Por qué no? ¿Por qué no podemos llegar y dar la campanada?’. En cada encuentro, saldremos a darlo todo contra nuestros tres oponentes. Las sorpresas ocurren y, con un poco de suerte, daremos alguna”.
Los neozelandeses no fueron capaces de sumar ningún punto en su única presencia anterior en la máxima competición futbolista, en España 1982, pero el equipo ha mejorado espectacularmente en los últimos años. Paston debutó como internacional a los 20 años allá por 1997, cuando muchos de los integrantes de la selección todavía eran jugadores aficionados.
“Si te fijas en la alineación de ahora, tenemos un equipo bastante decente, y eso nos da confianza cuando salimos a jugar”, declaró Paston a FIFA.com. “Actualmente, nos sentimos mucho más seguros de nuestras propias fuerzas cuando disputamos encuentros internacionales, porque antes teníamos una selección aficionada y lo pasábamos mal. Ahora tenemos mucha más fe en nosotros mismos; y una razón importante para este cambio son los clubes en los que militan nuestros jugadores”.
Héroe a su pesar
Desgraciadamente, las lesiones han sido un denominador común durante toda la carrera de Paston, tanto en el fútbol de clubes como de selecciones; sobre todo, durante las temporadas que jugó en Inglaterra, en el Bradford City y el Walsall. En cualquier caso, ahora está brillando con fuerza en el Wellington Phoenix de la A-League australiana; con Ricki Herbert como entrenador tanto en su club como en la selección.
Por extraño que parezca, dada su larga y distinguida carrera, hizo falta esa parada ante el penal lanzado por Sayed Mohamed Adnan en la repesca contra Bahréin para que su caché se disparase, en un país donde pocos futbolistas son muy conocidos. En cierto sentido, sin embargo, Paston es un héroe a su pesar, al negarse a contemplar la opinión de que fuese él quien salvó el pellejo a su compañero de club Tony Lochhead, que fue quien provocó la famosa pena máxima. “En el fútbol siempre se trata de echar una mano a tu compañero cuando sea necesario, y él lo ha hecho muchísimas veces conmigo”, recalcó el portero de 33 años, que señaló a su familia como su principal fuente de inspiración.
¿Pero qué recuerda de aquel partido de noviembre en la capital neozelandesa, Wellington? “No se viven demasiadas noches como ésa”, señaló Paston, con ese comedimiento tan típicamente kiwi. “Sin lugar a dudas, el encuentro contra Bahréin fue el momento culminante de mi carrera futbolística”, añadió, si bien admitió que solamente había vuelto a ver el partido una vez. En caso de reeditar una actuación tan épica en Sudáfrica 2010, probablemente Paston tenga que modificar su lista de los momentos culminantes en su carrera.
