Dempsey, el nuevo héroe americano

Clint Dempsey, el cuarto de los cinco hijos de un matrimonio muy humilde de Nacogdoches, una pequeña localidad del estado de Texas, llevará grabada en las botas la clave del éxito de Estados Unidos en el escenario futbolístico más importante del mundo.

Dempsey, futbolista incansable y entregado sobre el terreno de juego, aunque un tanto huraño fuera de él, se ha forjado en el extranjero una carrera que muy pocos de sus paisanos han logrado alcanzar. El delantero es dueño de una habilidad asombrosa para motivar a sus compañeros, animar a la afición y transformar el estilo vertical de la selección estadounidense en un fútbol exquisito y especial.

Para comprender su juego resulta muy esclarecedor descubrir quién era el ídolo de su infancia. Mientras viajaba en la camioneta de carpintero que su padre conducía durante seis largas horas, dos veces a la semana, para llevarlo a los entrenamientos y de regreso a la caravana en la que vivía la familia, al joven Dempsey soñaba con parecerse a su adorado Diego Armando Maradona.

“Era impresionante”, sentencia Dempsey, actualmente un hombre de 27 años, a FIFA.com, refiriéndose al incomparable argentino, quien también tuvo que luchar contra la pobreza más absoluta para triunfar. “En aquella época no paraba de ver un vídeo titulado Héroe una y otra vez, hasta que se gastó la cinta de tanto reproducirlo. Lo que aquel hombre hacía con el balón era sencillamente impresionante. Él es el culpable de que me enamorara del fútbol”.

Lo que aquel hombre hacía con el balón era sencillamente impresionante. Él es el culpable de que me enamorara del fútbol.

Dempsey sobre su ídolo, Diego Maradona

Una ambición sin límites y una sed de éxito insaciable caracterizan a Dempsey, exactamente los mismos rasgos que definían a Maradona, seleccionador de Argentina en Sudáfrica 2010. Con su gusto por abrazar la temeridad y el riesgo y desdeñar la mediocridad y lo prosaico, el delantero devenido en mediocampista aporta a la selección de Estados Unidos unas cualidades que ésta no suele prodigar: espontaneidad, improvisación y audacia.

Dempsey pueda resultar un tanto enervante siempre que da rienda suelta a sus instintos más individualistas, pero el impulso que lo mueve es el mismo que le permite obrar lo imposible. Es el mismo genio que, la pasada temporada con el Fulham en un partido contra el Juventus, lo llevó a desdeñar una infinidad de opciones y a decidirse por batir la meta rival con una preciosa volea que revolucionó a la afición y dejó Internet echando humo. Aquel gol otorgó al Fulham la victoria y el pase a la final de la Europa League de la UEFA tras una temporada de ensueño.

Los nueve goles que ha anotado Dempsey en sus 27 titularidades con los Cottagers a lo largo de la campaña, a las órdenes del admirado entrenador Roy Hodgson, se antojan proezas realmente impresionantes si se tiene en cuenta que el estadounidense pasó casi dos meses de baja por una lesión de rodilla, que incluso puso en peligro la participación del delantero en Sudáfrica 2010.

Batallador e incansable, dos adjetivos que se pueden aplicar a todos los miembros del actual combinado de Bob Bradley, Clint Dempsey recuperó la forma física a fuerza de sudor y lágrimas. El delantero, convertido ya en favorito de la afición, ha disputado multitud de partidos con el Fulham en esta temporada para el recuerdo, y con la selección nacional de su país en las últimas rondas de la competición preliminar para la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010.

No diría yo que sea el alma del equipo nacional, pero pongo el corazón en mi juego.

Dempsey, sobre su rol en la selección

“Llevo tres temporadas magníficas con el Fulham. En estos momentos, me siento estupendamente bien”, declaró al final de un amistoso con Australia disputado en Johannesburgo, que se saldó con la impresionante victoria de Estados Unidos por 3-1. “No diría yo que sea el alma del equipo nacional, pero pongo el corazón en mi juego y, cada vez que salto al terreno de juego, hago cuanto está en mi mano para conseguir la victoria”.

Dempsey es un espíritu libre, como demuestra la carrera de artista del hip-hop que ejerce con el seudónimo de “Deuce” en los ratos libres que le deja fútbol. “Creo que los ritmos son iguales en ambos casos”, comenta Dempsey a modo de comparación entre las modulaciones de una canción y los altibajos que se producen en las evoluciones de un equipo sobre el terreno de juego. “Cada partido tiene su propio ritmo, de la misma manera que todas las canciones tienen el suyo. Las dos artes están, sin duda alguna, conectadas”.

Pero el de Dempsey no es un arte delicado. El delantero posee una tendencia natural para el combate encarnizado, junto con las agallas y el arrojo necesarios para abrirse paso en la batalla. Cuando se caldea un partido, él se crece. Cuando se menosprecia a su equipo (como ocurrió el año pasado en Sudáfrica, de camino a la final de la Copa FIFA Confederaciones), su espíritu de compañerismo y sacrificio entra en ebullición.

“Trabajamos mucho en equipo, siempre lo hemos hecho. No nos respetan demasiado”, declaró el año pasado al cabo de una victoria sorprendente en semifinales contra la campeona de Europa, España, visiblemente emocionado por la camaradería que existe en el grupo. “Muchos de estos muchachos pelean lo indecible por un contrato en el extranjero, y se entregan para conseguir respeto y minutos de juego. No es fácil. Por eso, cuando estamos juntos, peleamos juntos, convencidos de que unidos podemos hacer algo grande”.

Cada partido tiene su propio ritmo, de la misma manera que todas las canciones tienen el suyo. Las dos artes están conectadas.

Dempsey y su otra pasión, él hip-hop

Ambición nunca le ha faltado. Dempsey fue nombrado mejor debutante en su primera temporada en la Major League Soccer, donde lo veneraban los aficionados de su equipo de Boston, el Revolution de Nueva Inglaterra. A continuación, le llevó sólo dos años proclamarse mejor futbolista de Estados Unidos, un título que recibió después de haber transformado el único gol de los norteamericanos en la fase de grupos de Alemania 2006, donde la selección quedó eliminada del certamen. La camioneta que Dempsey recibió de premio al conquistar el título fue a parar directamente a su padre, Aubrey, el carpintero que tanto había sacrificado para darle un futuro a su hijo Clint. “La suya estaba hecha polvo”, fue la tímida explicación del jugador.

Dempsey vivió la decepción de Alemania 2006, una fase final que el jugador describe como “llena de altibajos”, y las alegrías de la Copa FIFA Confederaciones del año pasado, donde, libre en ataque, se convirtió en el gran héroe de la causa estadounidense. Ahora, en 2010, está convencido de que disfrutará de un certamen excepcional. “Nos clasificamos en el primer puesto del grupo, y llegamos a la final de la Copa Oro y de la Copa Confederaciones el año pasado; o sea que no veo por qué no podemos aspirar a lo máximo en Sudáfrica”, manifestó a FIFA.com recientemente. “Nunca nos rendiremos; el nuestro es un equipo de hombres trabajadores y nadie quiere cruzarse con nosotros”.

Dempsey viene de marcar el gol de la victoria en el reciente partido contra Turquía, con remontada incluida, y sigue encumbrado como el héroe del momento. ¿Estará listo para entrar en el Olimpo del fútbol en tierras sudafricanas? Sus propias palabras nos ofrecen una pista: “La vida es corta y yo quiero llegar todo lo lejos que pueda”.

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